Definitivamente cambiamos de escenario. Cambiamos el caos y las motos por Luang Prabang, una ciudad pequeña y súper tranquila en el norte de Laos. Está llena de templos budistas, rodeada por bosque y bordeada por el río Mekong, que pasa por varios países del sureste asiático.
En pocas palabras, nos encantó. Pudimos caminar tranquilamente por la calle y no habían que preocuparse por ser atropelladas y la gente es muy linda, todos muy amables, hablan inglés mejor que en Vietnam. Todos duermen todo el día, me imagino que por el calor (estuvimos como a 39 grados un día otra vez). Para comprar en alguna tienda hay que despertar al dueño que está siempre acostado frente a un abanico en el piso.
Mercado
Nos tocó la suerte de ver un rezo de monjes que hacen un día al año en cada barrio para bendecirlo y nos tocó verlo al frente de nuestro hostel. Participa la gente que vive ahí. Este lugar también es famoso porque si uno logra levantarse a las cinco (nosotras lo logramos), se pueden ver a todos los monjes, desde los más pequeños hasta los viejitos, cuando salen a pedir ofrendas a la gente de la ciudad, muy serios, y la gente se instala en las aceras y les da lo que sea que quieran darles. Vimos que casi todos daban arroz (que sorpresa), frutas y otras cosas de comer.
Fuimos a la biblioteca también, nos dijeron que aquí podíamos experimentar un intercambio con los locales y que era de lo más bonito que podíamos hacer ahí. Todo el propósito del lugar es que la gente local pueda interactuar con los turistas y así aprender otros idiomas. Nos sentamos a hablar con un par de monjes de 18 y 20 años que comenzaron la conversación con chistes de doble sentido y al final uno termino diciéndome "I love you" todo ligador.
Me pasó algo muy vacilón aquí. Desde Filipinas nos vienen pasando cosas que pueden ser coincidencias o talvez andamos de adivinas, porque todo lo que hemos venido hablando se ha ido cumpliendo. Iba caminando con Andrea en la mañana y le dije que me hacía mucha falta ver una cara conocida, desde que estoy en Asia no me topo a un tico por casualidad en la calle (obviamente) y que quería ver a alguien. De camino a almorzar veo un mae venir en mi dirección y comencé a pensar que yo lo conocía, él se me quedó viendo igual y Andrea se nos quedó viendo a los dos dándose cuenta que algo estaba pasando. Cuando lo tuve de frente solo escuché "no puede ser". Era un amigo mío y de mi hermana, que no veía hace años y que en Costa Rica vive a 25 metros de mi casa. El mundo es demasiado pequeño, Costa Rica más.
Y bueno, tengo que contarles de un día muy especial. Nos llevaron a un lugar en la jungla donde tienen 10 elefantes rescatados de la frontera con Tailandia, los habían maltratado, usándolos para trabajo pesado. El lugar es abierto y los elefantes andan sueltos por ahí. A veces se van a robar bananos y los tienen que traer de vuelta. Cada elefante tiene un mahout, una persona encargada de darle de comer y es el único encargado que lo puede montar. Dicen que a veces el mahout escoge al elefante y a veces el elefante al mahout, tienen un bond muy fuerte, son amigos. Fuimos a pasear un par de horas montadas en uno, les ponen una silla pero a medio camino preferimos no usarla.
Después nos cambiaron de elefante y nos llevaron al río a bañarlos. Me tocó una malcriada que no quería moverse, comenzó a hacer el sonido que hacen (que no sé como se llama) y me asustó! Hace eco en la jungla. Comenzó a levantar la trompa y a mover la cabeza y las orejas un montón y pensé que facil me podía botar, porque yo estaba montada en el cuello y todo se mueve. Pero bueno, lograron tranquilizarla y nos metimos al río, nosotras entramos de primeras. Creo que ha sido de las cosas más lindas que he hecho hasta ahora. Comenzó a jugar con el agua y a mojarme con la trompa haciéndo ruidos y de repente se consumió por completo y quedé yo consumida con ella, literalmente nadamos.
A Andrea no le fue tan bien. Su elefante se paró en la orilla y dijo "hasta aquí llego". El mahout se bajó e hizo lo imposible para que se metiera, fue muy vacilón. Lo empujaba, le gritaba, le jalaba las orejas, daba vueltas alrededor de ellos, se metía él al agua y le hacía señas y no hubo manera que se moviera, hasta el final, que decidió meterse un ratito y volver a salir. Hubo un momento que tuve que parar y hacer conciencia de adonde estaba y que estaba haciendo, era como surreal.
Fue un día increíble. Aquí hay muchos de esos.
Es muy difícil superar una experiencia así, así que la visita a Vientianne, la capital de Laos, no fue tan impactante. Nos gustó mucho eso sí. Las calles abajo del nombre en Lao están en francés y tienen un monumento que asemeja al Arco del Triunfo en la avenida más grande la ciudad, que ve en dirección a la Casa Presidencial y hacia otras avenidas importantes. Hay varios templos también, enormes, y muchos cafecitos franceses (cambié el arroz frito por pain au chocolat). La impresión que tenemos de este lugar es una mezcla entre budista asiático y un poco francés, muy diferente al resto de lo que hemos venido viendo. Es vacío, muy limpio, ordenado y lleno de pick ups en lugar de motos.
Y no sé si es que ya estoy cansada de los lugares caóticos, porque llegan a cansar, pero la paz que siente en en este país me gustó mucho.
hola!! Me podrías más información del lugar donde están estos elefantes??!!!
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