domingo, 14 de julio de 2013

El último post


Los últimos días allá se sintieron bittersweet, como con nostalgia de no quererme ir. Y ahora que estoy de vuelta en mi casa me sigo sintiendo igual, todavía no termino de procesar el viaje o que ya se me acabó.

Estuve pensando de que manera terminar este blog y lo único que puedo hacer es invitarlos a que viajen, es la manera más increíble de aprender.

No se si yo hoy soy otra persona por estos últimos meses pero pensando en todas las experiencias que viví, con toda la gente que conocí, definitivamente se me abrieron los ojos a un montón de posibilidades y realidades que jamás me imaginé que existían.

Estar expuesto a cosas que funcionan tan diferente a occidente creo que solo puede ser positivo. Lo hacen crecer, porque lo saca a uno de la burbuja, de esa zona de confort de la que hablé al puro principio en el blog, y le enseña a uno a ser más tolerante, a entender porque la gente es como es y a ver el mundo desde otras perspectivas que talvez no se nos habían ocurrido. Yo terminé amando todas esas diferencias.

Y las relaciones que se construyen durante momentos como estos son completamente diferentes, muy intensas. Uno comparte experiencias que nadie más va a entender por más que uno lo explique, porque nadie más lo vivió con uno, y solo nosotros sabemos como fue o como se sintió. Tengo amigos nuevos que siento que son de toda la vida.

Así que mi recomendación es que si pueden viajar, viajen. No hay que pensarlo tanto, vale la pena y es plata bien invertida, es experiencia para la vida. Para mi, de las mejores experiencias que uno puede llevarse. 

miércoles, 10 de julio de 2013

Última parada: Nepal


Si algo he aprendido aquí es que los planes pueden cambiar y que hay que estar abierto a la posibilidad que algo salga, muy espontáneamente. El itinerario inicial decía que volaba a San José después de Angkor Wat, pero no todos los días me invitan a Nepal...

Así que me despedí de Jess, de nuevo, y volé a Kathmandu, para toparme con George. Esa es la gracia de ser viajero, conocer gente que comparte los mismos intereses y poder toparnos en lugares nuevos. Primero en Indonesia y ahora por aquí.

Me habían advertido de Kathmandu, que era caótico, sucio, muy parecido a ciudades en India, que saliera de ahí lo más rápido que pudiera. Cuando llegué, a las diez de la noche, la ciudad estaba sin luz, primero porque no todas las calles tienen alambrado público, y después porque Nepal entero tiene apagones de varias horas al día todos los días porque no dan abasto con la electricidad. El sonido de generadores se escucha en todo lado.

Las calles no son de asfalto, son de tierra e imparejas, y como estamos en época lluviosa (cuando llueve, llueve en serio), las calles son básicamente un barreal. El taxista se metió por calles donde el carrito apenas cabía y de repente paró y me dijo “Ms! Flat tire!” y se bajó a cambiar una llanta. Yo me reí, si esto me hubiera pasado llegando de Costa Rica, me hubiera muerto, pero el shock cultural lo recibí hace meses.

Y si, Kathmandu es todo lo que me dijeron que es, pero me encantó. Hay vacas en medio de la calle, las mujeres se visten con saris, se pintan el punto en la frente con los polvos de colores, hay templos y banderitas de deseos por todo lado, la comida es hindú y hay mucha influencia del Tíbet, y todos saludan con “namasté”.





Pagodas 


Además de turistear, fuimos a cenar un día con Daniel, un fotógrafo amigo de la u de George, nepalí. Nos llevó a su casa, en las afueras de la ciudad, y me llevé una sorpresa lindísima. Su familia tiene un hogar para niños huérfanos o abandonados y su historia es increíble. 

Su abuela trabajó como misionera en Calcuta, amiga de la Madre Teresa, y terminó en Nepal después de que se abrieron las fronteras para extranjeros. Básicamente ellos introdujeron el catolicismo al país, de una manera muy respetable, tanto así que su abuela fue la primera persona católica en el país en ser honrada con un funeral hindú al que asistieron miles de personas.

Hablando de religiones le comenté a Daniel que yo me sentía dichosa de haber estado una vez en una charla con el Dalai Lama y él muy naturalmente me respondió que lo conocen personalmente, a la Madre Teresa también la conoció…. Yo sin palabras.

Pero bueno, volviendo al hogar, el lugar es lindísimo. Acaban de pintar los cuartos con colores locos, escogidos y pintados por los chicos, tienen una huerta donde cada uno está encargado de un pedacito y tienen varios perros que andan sueltos jugando por ahí.

Me tocó sentarme a cenar con las chicas, y los hombres con los hombres. Los más pequeños son solo abrazos con Daniel. Las mayores me estuvieron contando que están estudiando en el colegio y estuvimos hablando de posibles carreras de la u. Hay una que quiere ser aeromoza para ver el mundo, pero dice que va a estudiar francés y español primero porque así con 3 idiomas además del Nepalí, es más fácil (me estaba hablando en perfecto inglés).

Terminamos la noche hablando un ratito con sus papás, escuchando historias, creo que yo simplemente estaba impresionada con la dedicación de esta familia a causas como estas, haciéndolo con el amor que se ve que le tienen.

Les dejo el link de la fundación por si se quieren meter a ver... Mendies Haven.

Después de esto cambiamos de modo. Nos equipamos con cosas impermeables y nos fuimos a Pokhara, una ciudad al pie de Los Himalayas, para comenzar un trek de 7 días por la zona de Annapurna, uno de los picos de más de 8 mil metros que tiene Nepal, con un guía local al cual le tengo mucho cariño.







Les presento a Dorje, un sherpa que ha subido 9 veces al Everest y otro montón de picos como si nada, con 40 kilos en la espalda y de fiesta, repartiendo shots de arak a todos los que suben con él.



Los sherpas, para los que no saben (yo tampoco sabía muy bien) es una etnia nepalí, hay muchas. El arak es un guaro artesanal hecho de arroz, que tenían también en Indonesia, y calculamos con lo que nos dijeron que tiene como 30% de alcohol.

Puedo decir que esos 7 días fueron los 7 días más desafiantes físicamente de todo mi viaje (porque he estado de vaga y comiendo puro arroz, yo se). Caminamos cinco de esos días por media montaña, hicimos como 80 km en total y lo más alto que subimos fue a 3400 m.

El segundo día fue el más largo, subimos mil metros, fueron siete horas de subir solo gradas, al final yo ya no sentía mis piernas, pero el cuarto fue mentalmente agotador. Estábamos caminando siguiendo el cauce de un río y nos cayó un aguacero enorme encima toda la tarde, fue terrible. Llegó un punto donde ya no había manera de evitar los charcos porque ya no eran charcos, era una río, así que todos los pies estaban sumergidos y llevábamos sombrilla que no servía de nada porque yo parecía salida de una piscina. Mis zapatos estaban llenos de sangre por las sanguijuelas en mis pies y la última subida de gradas se complicó cuando un pedacito del río se desvió en nuestro camino y estábamos básicamente subiendo el río. Paramos debajo de una piedra gigante a escurrir las cosas y a que el mae que me llevaba el bulto me ayudara con las sanguijuelas. Son de esas situaciones que uno no sabe si llorar o reírse.



Clima...

Cuando llegamos al siguiente pueblito fue el mejor momento del día. Pusimos todo a secar y nos sentamos horas en frente de la calefacción (obvio la temperatura baja bastante en la noche), los hombres a tomar arak y yo chocolate caliente con guaro, muy merecido.

Creemos que la meta de Dorje era emborracharnos y emborracharse él con nosotros, muy contento, hubo un día que le sirvió 9 tazas de arak a George. Al día siguiente el mae no funcionaba, obviamente, más porque ya estábamos sintiendo la altura y caminamos 6 horas así. De hecho ese fue el día que estábamos a 3400. Y Dorje como si nada, ese hombre es como de mentiras, ni una gota de sudor.

La única crítica que tengo es el clima, estuvo muy nublado todo el tiempo, pero bueno, ya sabíamos a lo que íbamos antes de comenzar, por la época del año. Así que no nos tocaron vistas espectaculares, pero habían días que a las seis de la mañana se despejaba un poquito y corríamos a ver un par de picos nevados y volvían a taparse en cuestión de minutos.



No hay fotos, pero lo que cuenta es que los vimos. Igualmente, el paisaje en la montaña valió la pena, muchos ríos, cataratas, y los pueblitos lindos, llenos de gallinas y burros con campanas que suenan cuando suben y bajan gradas. Y las personas lindísima gente, las mujeres muy fuertes y chiquitos pequeñitos corriendo por todo lado, pidiéndonos chocolates.

A la vuelta fuimos a cenar a la casa de Dorje, con su familia, también muy linda. Su esposa tenía las manos pintadas con henna y creo que le gusté porque me pidió un abrazo y una foto. Nos tenían regalos, unas mantas budistas de buena suerte, otro alcohol artesanal y una botella de vodka (yo había puesto la escusa de que no tomaba arak porque prefería el vodka) que nos sirvió a punta de shots durante la cena.

Nos enseñó un montón de fotos de expediciones que ha hecho, videos de él en la cima del Everest con europeos que lloran cuando llegan arriba, y nos contó de su colección de piedritas, se lleva una cada vez que sube. Ha subido por varias caras, del lado de China es más barato porque el gobierno no permite helicópteros de rescate. Tiene fotos de cadáveres en la zona de muerte, gente que trata de subir sin oxígeno o que se arriesga a ir sola. Y nos contó de sus planes para el futuro, en noviembre sube otro pico de 6 mil metros y el próximo año otra vez a la cima del Everest, pero dice que va a ser la última vez porque ya está muy viejo. Después de eso solo va a subir a instalar los campamentos.

Mi último día en Kathmandu fuimos a ver funerales, cremaciones hindúes en el templo de Pashupatinath. Creo que fue una excelente manera de cerrar mi viaje, fue la experiencia más fuerte que viví de todos estos meses.

El crematorio está a la orilla del río Bagmati, tienen un montón de plataformas pequeñas una a la par de la otra donde exponen a los muertos y dependiendo del nivel socioeconómico de la familia, así decoran el espacio. La familia llora al muerto y luego lo llevan al río, a lavarle los pies. Lo colocan después en la plataforma, lo envuelven en mantas blancas, rojas y anaranjadas y le ponen collares de flores. Le ponen un pedacito de madera prendido en la boca y así lo queman. Las cenizas después las tiran al río, donde al mismo tiempo hay un montón de chiquitos nadando, buscando monedas. El contraste es enorme, entre la muerte y el duelo y los chicos felices a culo pelado jugando ahí mismo.











(métanse aquí si quieren ver más fotos).

Esto pasa todos los días, y es un lugar público que siempre está lleno de locales y turistas que van a presenciar eso. Es una escena impactante. Yo nunca había visto un muerto, y nunca había visto a alguien quemarse. El dolor de la familia también es bastante chocante. Pero me siento dichosa de poder haberlo visto, es una experiencia de casi que una vez en la vida.




Creo que no termino de describir como me siento con respecto a este país, me dejó impactada en el buen sentido. Quiero volver.

sábado, 6 de julio de 2013

Más cosas de mi bucket list

Me despedí de Andrea en Vientianne y volé a Siem Reap, en Camboya. Dejamos pendiente su viaje a Costa Rica. Dos días después me topé con Jess y con un amigo colombiano de ella que también vive en Manila. Mientras ellos llegaban, yo aproveché que estuvo lloviendo para dormir en una cama gigante y descansar, han sido semanas muy intensas.

Uno de esos días salí por una cerveza con unos chicos del hostel y el ride de vuelta fue una de esas cosas típicas que solo se ven en Asia, ya ni me impresionó, solo me hizo mucha gracia y creo que me van a hacer falta estas locuras cuando vuelva a Costa Rica.

Los tuk tuks en Camboya son carrozas tipo cenicienta pegadas a una moto y tuvimos la mala suerte de montarnos en una que no funcionaba muy bien, sonaba como que le hacía falta aceite a una rueda. De camino medio que derrapó y el chofer paró, nos bajó y trató de arreglarla, pero simplemente no daba vuelta. Decidió despegar la carroza de la moto y llevarnos en su moto. Hubiera estado bien si no hubiera sido por la estructura que tiene pegada al asiento (donde se pega la carroza). Fue el ride más incómodo y random de la vida, el chofer, yo, la estructura y un gringo, en una vespa a las 2 de la mañana. Cosas de todos los días aquí...

Siem Reap es famosa por el complejo de templos que tiene, fue el centro del imperio Khmer, entre el siglo 9 y 14, son hindúes y budistas. Lo que dice la Unesco es que este lugar tiene no solo importancia artística y religiosa, sino que ejemplifica el orden social que había dentro del imperio.

Tuvimos que escoger cuales ver porque el lugar es enorme, son como 400km y lo bonito es que está metido en la selva, rodeado de árboles.  Todos son inmensos, es impresionante estar ahí y pensar como los construyeron, piedra por piedra. Vimos Bayon, Ta Prohm, otros más pequeños dentro del complejo de Angkor Thom y por supuesto, Angkor Wat.


Bayon






Ta Prohm



Este es el templo donde se grabó Tomb Raider. 
Los árboles están destruyendo el lugar, 
algunas partes están cerradas porque lo están tratando de salvar.


Ver el amanecer en Angkor Wat es un must, de hecho era una de las cosas que tenía pendiente en mi Bucket list (he tachado muchas cosas de mi lista en este viaje, creo que nunca había estado tan contenta).

La cosa es que reservamos un tuk tuk para que nos llevara a las cinco y media de la mañana y el tuk tuk nunca apareció, así que mientas conseguíamos otro, se nos pasó la hora. Llegamos cuando el sol estaba terminando de salir, pero estuvo mucho mejor así. La gente que ve el amanecer se va después de que sale el sol, y la gente que llega para hacer el tour del templo llega después, así que hay una ventana de 2 horas donde el templo está abierto y vacío, sin turistas. Perfecto.

Lo pudimos ver sin el tumulto de gente y sin el escándalo que normalmente hay.



Siem Reap como ciudad o pueblo me gustó mucho también. Nos pareció tan barato como Vietnam (cerveza por 25 centavos de dólar), la gente muy amable, la comida buenísima, todos hablan inglés, no hay caos vial y es lo suficientemente pequeña como para poder caminarla.

La vida nocturna está concentrada en una sola calle, Pub Street, donde hay mercado nocturno, comida local y foot spas en la calle (de esos peces que se comen la piel de los pies), y muchos barcitos que ponen música latina. La primera vez que escuchamos Danza Kuduro en un bar que se llama Angkor What? tuvimos que pedir shots de tequila.



Por ahí dejé escrito un mensajito de “Costa Rica pura vida”.


sábado, 22 de junio de 2013

Elefantes y templos en Laos

Definitivamente cambiamos de escenario. Cambiamos el caos y las motos por Luang Prabang, una ciudad pequeña y súper tranquila en el norte de Laos. Está llena de templos budistas, rodeada por bosque y bordeada por el río Mekong, que pasa por varios países del sureste asiático. 

En pocas palabras, nos encantó. Pudimos caminar tranquilamente por la calle y no habían que preocuparse por ser atropelladas y la gente es muy linda, todos muy amables, hablan inglés mejor que en Vietnam. Todos duermen todo el día, me imagino que por el calor (estuvimos como a 39 grados un día otra vez). Para comprar en alguna tienda hay que despertar al dueño que está siempre acostado frente a un abanico en el piso. 


Mercado

No hay mucho sight seeing que hacer aquí, es más que todo para caminar, ver templos y monjes (muchos monjes), hay una catarata en las afueras, un mercado nocturno muy bonito y está el palacio real. Laos es comunista ahora pero antes había rey y estaba instalado ahí. 






Nos tocó la suerte de ver un rezo de monjes que hacen un día al año en cada barrio para bendecirlo y nos tocó verlo al frente de nuestro hostel. Participa la gente que vive ahí. Este lugar también es famoso porque si uno logra levantarse a las cinco (nosotras lo logramos), se pueden ver a todos los monjes, desde los más pequeños hasta los viejitos, cuando salen a pedir ofrendas a la gente de la ciudad, muy serios, y la gente se instala en las aceras y les da lo que sea que quieran darles. Vimos que casi todos daban arroz (que sorpresa), frutas y otras cosas de comer. 




Ese día del rezo conocimos en la calle a un argentino, abogado, que dejó su trabajo para ser guía de safaris en Kenia y en Tanzania la mitad del año y la otra mitad la pasa en Londres. Acaba de escalar el Aconcagua y terminó enseñándonos fotos de un francés congelado que murió de camino a la cima. Con él estaba un fotógrafo australiano que vive en Holanda, loquísimo y muy interesante. Hicimos grupo y pasamos los días con ellos, los temas de conversación fueron bastante entretenidos. 

Fuimos a la biblioteca también, nos dijeron que aquí podíamos experimentar un intercambio con los locales y que era de lo más bonito que podíamos hacer ahí. Todo el propósito del lugar es que la gente local pueda interactuar con los turistas y así aprender otros idiomas. Nos sentamos a hablar con un par de monjes de 18 y 20 años que comenzaron la conversación con chistes de doble sentido y al final uno termino diciéndome "I love you" todo ligador. 



Me pasó algo muy vacilón aquí. Desde Filipinas nos vienen pasando cosas que pueden ser coincidencias o talvez andamos de adivinas, porque todo lo que hemos venido hablando se ha ido cumpliendo. Iba caminando con Andrea en la mañana y le dije que me hacía mucha falta ver una cara conocida, desde que estoy en Asia no me topo a un tico por casualidad en la calle (obviamente) y que quería ver a alguien. De camino a almorzar veo un mae venir en mi dirección y comencé a pensar que yo lo conocía, él se me quedó viendo igual y Andrea se nos quedó viendo a los dos dándose cuenta que algo estaba pasando. Cuando lo tuve de frente solo escuché "no puede ser". Era un amigo mío y de mi hermana, que no veía hace años y que en Costa Rica vive a 25 metros de mi casa. El mundo es demasiado pequeño, Costa Rica más. 

Y bueno, tengo que contarles de un día muy especial. Nos llevaron a un lugar en la jungla donde tienen 10 elefantes rescatados de la frontera con Tailandia, los habían maltratado, usándolos para trabajo pesado. El lugar es abierto y los elefantes andan sueltos por ahí. A veces se van a robar bananos y los tienen que traer de vuelta. Cada elefante tiene un mahout, una persona encargada de darle de comer y es el único encargado que lo puede montar. Dicen que a veces el mahout escoge al elefante y a veces el elefante al mahout, tienen un bond muy fuerte, son amigos. Fuimos a pasear un par de horas montadas en uno, les ponen una silla pero a medio camino preferimos no usarla. 


Se ve mi contentera?


Después nos cambiaron de elefante y nos llevaron al río a bañarlos. Me tocó una malcriada que no quería moverse, comenzó a hacer el sonido que hacen (que no sé como se llama) y me asustó! Hace eco en la jungla. Comenzó a levantar la trompa y a mover la cabeza y las orejas un montón y pensé que facil me podía botar, porque yo estaba montada en el cuello y todo se mueve. Pero bueno, lograron tranquilizarla y nos metimos al río, nosotras entramos de primeras. Creo que ha sido de las cosas más lindas que he hecho hasta ahora. Comenzó a jugar con el agua y a mojarme con la trompa haciéndo ruidos y de repente se consumió por completo y quedé yo consumida con ella, literalmente nadamos. 

A Andrea no le fue tan bien. Su elefante se paró en la orilla y dijo "hasta aquí llego". El mahout se bajó e hizo lo imposible para que se metiera, fue muy vacilón. Lo empujaba, le gritaba, le jalaba las orejas, daba vueltas alrededor de ellos, se metía él al agua y le hacía señas y no hubo manera que se moviera, hasta el final, que decidió meterse un ratito y volver a salir. Hubo un momento que tuve que parar y hacer conciencia de adonde estaba y que estaba haciendo, era como surreal. 




Fue un día increíble. Aquí hay muchos de esos. 

Es muy difícil superar una experiencia así, así que la visita a Vientianne, la capital de Laos, no fue tan impactante. Nos gustó mucho eso sí. Las calles abajo del nombre en Lao están en francés y tienen un monumento que asemeja al Arco del Triunfo en la avenida más grande la ciudad, que ve en dirección a la Casa Presidencial y hacia otras avenidas importantes. Hay varios templos también, enormes, y muchos cafecitos franceses (cambié el arroz frito por pain au chocolat). La impresión que tenemos de este lugar es una mezcla entre budista asiático y un poco francés, muy diferente al resto de lo que hemos venido viendo. Es vacío, muy limpio, ordenado y lleno de pick ups en lugar de motos. 











Y no sé si es que ya estoy cansada de los lugares caóticos, porque llegan a cansar, pero la paz que siente en en este país me gustó mucho. 

domingo, 16 de junio de 2013

Cruzando fronteras

Nos despedimos de Vietnam con un viaje de 2 días a Ha Long Bay. El lugar es súper lindo, se parece un poco a Palawan en Filipinas, pero el agua es diferente y Ha Long Bay mucho más turístico.












Compartimos el barco con un grupo de estudiantes de medicina de Paris, un par de suizos, inglesas y una alemana. El guía nos hizo presentarnos, cosa que hizo que nos sintiéramos como en el primer día de clases, y esta ha sido de las pocas veces que alguien sabe que Costa Rica queda en Centroamérica y no en el Sur, o que no es una isla, o que no somos parte de Estados Unidos, y hasta que se siente como un alivio.

Ya me ha tocado que me pregunten cosas como “y en Costa Rica tienen como un idioma?” o que me vean con cara de signo de pregunta cuando les digo de donde soy, y Andrea está cansada que le respondan “Messi”. Así que ya estamos empezando a inventar o a decir que sí a lo que sea que inventen ellos, a veces me dicen Obama y nada más digo que sí, porque en serio ya hemos explicado tantas veces lo mismo, que nos da pereza, el discurso lo tenemos memorizado “Argentina is in the south, Costa Rica is in Central America. No, it's not the US, its south of there, in Central America, next to Panama, do you know Panama?” y generalmente la respuesta es no... Caso perdido.

Pero de vuelta al paseo, pudimos andar en kayak un rato y los chicos saltar del barco al mar (como 3 pisos de alto, yo no lo hice por miedosa), y pasamos una noche bonita tomando y hablando de viajes y lugares que hemos visto, en el deck con el cielo completamente despejado, nos tocaron hasta estrellas fugaces (suena muy cliché yo sé).





Se ve el miedo?



Después de eso lo que nos tocó fue creo que el peor viaje en bus de la vida, de Hanoi a Luan Prabang, en Laos. Toma más o menos un día, pero salía muchísimo mejor viajar por tierra, y todos los días hay buses llenos de backpackers que lo hacen, además de que habíamos conseguido la visa de Laos antes de salir de Hanoi. Todo perfecto.

La cosa es que pasaron por nosotras a las cinco, el vietnamita comenzó a contar gente y de lo que entendimos, le faltaba alguien. Una hora después de estar contando a la misma gente y que no le apareciera el que le faltaba, se fue a traer a la muchacha que nos vendió los tiquetes. Al parecer nos había apuntado doble a nosotras y toda esa hora desperdiciada él nos estaba buscando, porque apenas ella nos vió, solo nos saludó toda contenta y nos pudimos ir.

El bus (con camas) iba casi vacío, solo con extranjeros, y nos advirtieron que ahorita montaban más gente. La cosa es que cuando me desperté, habían apagado el aire, estaba haciendo mucho calor. Estaban montando como a 25 señores vietnamitas que olían súper feo, hicieron un escándalo y eran bastante cochinos. De repente amontonaron un montón de valijas a la par mía, y detrás vino un chiquito como de 3 o 4 años corriendo, se subió en las valijas y quedó exactamente al nivel de mi cama. Comenzó a llorar y la mamá vino detrás corriendo con una bolsa de plástico... El chiquito se vomitó todo.

Amanecimos en la frontera con Laos, a las siete de la mañana. Mientras esperamos fuimos al baño del lado de Laos, los policías nos dejaron pasar así sin nada y luego devolvernos al lado de Vietnam para después volver a cruzar la frontera.


El sombrero que nos acompaña desde hace días




Buenos días
Nuestro mejor intento. Cara de destrozadas.

Duramos como 4 horas ahí, porque unas chicas se fueron sin plata para la visa confiando que había un ATM. Estábamos en el medio de la nada. El chofer les prestó y cuando estábamos a punto de irnos, el bus se descompuso. Ya ahí comenzó mi desesperación. Nos cambiaron de bus y alguna gente no encontró sus cosas, por suerte todo lo nuestro estaba ahí.



Ciao Vietnam.

Como a las dos de la tarde nos pararon a comer por primera vez, en un lugar que nos estafó, nos cobraron como 5 dólares por un plato gigante de arroz (era lo único en el menú). Después de ahí seguimos horas hasta que se hizo de noche y comenzamos a dejar gente en el camino. Por lo menos la vista que tuvimos fue linda, en medio del bosque, solo verde.

Ya en la noche estábamos vueltas locas, llevábamos más de 24 horas, íbamos incómodas, el aire no funcionaba bien y alguien más volvió a vomitar, esta vez una mujer adelante que parecía que se iba a morir. Por un momento me di cuenta que tan lejos estaba de mi casa en Costa Rica, y por primera vez en meses, quise estar ahí. Pero bueno, anunciaron Luan Prabang y fue increíble.


Así que 28 horas después, aquí estamos, en Laos, contentas y recuperadas. Hice cuentas y eso es lo que va a durar mi vuelo de Manila a San José. Nunca más vuelvo a hacer eso.  

jueves, 13 de junio de 2013

Hoi An y Hanoi

Después de 16 horas en bus nocturno hacia el norte (bus con camas, nos fue bastante bien), llegamos a nuestra tercera parada. Pero antes de comenzar con esto, quiero hacer un comentario sobre la forma de manejar en este país. En palabras muy sencillas de Andrea, “manejan para el orto”. Van a mil por hora y parece que los semáforos son solo una sugerencia, y las líneas en la calle que dividen las vías también. Con solo pitar, se dan el derecho de ir contravía hasta que tienen al otro camión de frente, y si pitan tres veces, los carros que vienen contra uno se quitan, no se como, pero no chocan.



Ahora si, Hoi An. Es una ciudad costera también, pequeña, llena de callecitas, muchos colores, árboles, flores y lamparitas. De noche se ve increíble. Y es famosa por las compras que se pueden hacer ahí, nos la habían súper recomendado. Hay millones de tiendas donde hacen todo a mano, desde carteras de cuero, zapatos, hasta trajes enteros de sastre. Todo lo pueden hacer a la medida y rapidísimo, de un día para el otro lo tienen listo. Nosotras nos volvimos locas al principio, pero porque estamos viajando con backpacks, nos tuvimos que contener, no tenemos campo.





Muchos, muchos zapatos




Aquí tuvimos un encuentro con una rata voladora que no se nos va a olvidar. Fuimos a comernos una pizza, básicamente tomate y queso, porque ya mucha gente nos había advertido que aquí se comen más de un millón de perros al año y de ahí todo para abajo.  Estábamos tratando de ir a lo seguro. Después de haber pedido la pizza, vimos una rata salir del jardín y entrar a una esquina del restaurante. Tratamos de cancelar la orden, pero como la mesera no hablaba nada nada de inglés, solo la trajo más rápido. Bueno, ya la pizza estaba ahí y medio que nos hicimos las locas con eso, no usamos ni platos ni cubiertos, comenzamos a comer. 

Al rato veo que entra otra rata, gigante, que escaló una silla y se subió a una mesa del otro lado, como si nada! El restaurante con luces prendidas y gente adentro! Y después voló al piso, en serio, fue un brinco gigante.Ya para este momento no estábamos comiendo obviamente, y yo estaba subida en la silla gritando en español... No me dio ni pena. Los meseros solo me tiraron el “sorry sorry” que usan, y sacaron un montón de abanicos, como si eso ayudara. Salimos corriendo de ahí.

Pero bueno, esto es cosa de todos los días aquí, en Boracay en Filipinas nos tocó esperar frente al aeropuerto en un restaurante infestado de ratas del tamaño de un gato (ahí no compramos absolutamente nada).

Aparte de eso, fueron un par de días bonitos, aprovechamos para ir a la playa (nada extraordinario) y para andar en bicicleta, aunque renuncié muy rápido a esto porque estabamos a 40 grados, literalmente. Estar al sol era una estupidez. Andrea chocó una moto con la bici por cierto y ahora anda con toda la rodilla golpeada. Ahí cambiamos las bicis por las motos, manejada por vietnamitas obviamente, creo que somos peligro al volante.



Preferimos ir a la playa de los locales, 
en Asia se meten al agua con ropa.




Vista nocturna de la ciudad








Volvimos a montarnos en el bus nocturno, otras 15 o 16 horas (Vietnam es como del largo de Centro América para que se den una idea), y llegamos a Hanoi, en el norte.

Nos estamos quedando en el Old Quarter, es una zona bonita, que todavía tiene el diseño del Hanoi viejo, de hace más de 100 años. Se nota que es la capital, hay mucho más movimiento, las calles son una locura, hay mucha gente vendiendo paquetes turísticos, aunque nos ha tocado gente más amigable que en las otras ciudades, las aceras no se usan para caminar sino que o son parqueo de motos o una extensión de las tiendas, hay muchos olores, tiene lagos y zonas verdes, hay mucha vida nocturna y se ven muchos turistas europeos, el francés se escucha mucho en la calle, los vietnamitas lo hablan (en un momento hace ni tanto Vietnam fue francés). Es la primera ciudad desde que salí de mi casa en Costa Rica que veo gente haciendo ejercicio.




Llegando al hostel




4 en 1 (nosotras hemos hecho 3 en 1)








Aquí turisteamos un par de días, vimos edificios y templos importantes y caminamos un montón. Nos topamos con unos amigos de Andrea también, que conoció en Camboya (mucha gente hace el mismo recorrido de Tailandia, Vietnam, Laos y Camboya), y fuimos a probar comida local. Nos sentaron en mesitas miniaturas que están en todo lado en las calles y nos hicieron un BBQ de carne y vegetales buenísimo (espero que haya sido vaca).



Templo de la literatura





Cena callejera



Ahí pude averiguar como funciona la cuestión con el perro porque parte de los chicos ya lo probaron. Al parecer, solo lo comen en restaurantes específicos, ponen la cabeza o la cola del perro en la ventana para que se pueda identificar, así como ponen los pedazos de las vacas en las ventanas de las carnicerías. Y lo comen para la buena suerte, especialmente el día del cumpleaños. Y es un irrespeto, si algún vietnamita lo invita a comer perro, decir que no. Ellos esperan a que uno se lo coma frente a ellos. Así que bueno, ya estoy más tranquila con que no me lo van a dar diciéndome que es pollo... y en el menú lo puedo encontrar como “cho”, para nunca pedirlo.