sábado, 22 de junio de 2013

Elefantes y templos en Laos

Definitivamente cambiamos de escenario. Cambiamos el caos y las motos por Luang Prabang, una ciudad pequeña y súper tranquila en el norte de Laos. Está llena de templos budistas, rodeada por bosque y bordeada por el río Mekong, que pasa por varios países del sureste asiático. 

En pocas palabras, nos encantó. Pudimos caminar tranquilamente por la calle y no habían que preocuparse por ser atropelladas y la gente es muy linda, todos muy amables, hablan inglés mejor que en Vietnam. Todos duermen todo el día, me imagino que por el calor (estuvimos como a 39 grados un día otra vez). Para comprar en alguna tienda hay que despertar al dueño que está siempre acostado frente a un abanico en el piso. 


Mercado

No hay mucho sight seeing que hacer aquí, es más que todo para caminar, ver templos y monjes (muchos monjes), hay una catarata en las afueras, un mercado nocturno muy bonito y está el palacio real. Laos es comunista ahora pero antes había rey y estaba instalado ahí. 






Nos tocó la suerte de ver un rezo de monjes que hacen un día al año en cada barrio para bendecirlo y nos tocó verlo al frente de nuestro hostel. Participa la gente que vive ahí. Este lugar también es famoso porque si uno logra levantarse a las cinco (nosotras lo logramos), se pueden ver a todos los monjes, desde los más pequeños hasta los viejitos, cuando salen a pedir ofrendas a la gente de la ciudad, muy serios, y la gente se instala en las aceras y les da lo que sea que quieran darles. Vimos que casi todos daban arroz (que sorpresa), frutas y otras cosas de comer. 




Ese día del rezo conocimos en la calle a un argentino, abogado, que dejó su trabajo para ser guía de safaris en Kenia y en Tanzania la mitad del año y la otra mitad la pasa en Londres. Acaba de escalar el Aconcagua y terminó enseñándonos fotos de un francés congelado que murió de camino a la cima. Con él estaba un fotógrafo australiano que vive en Holanda, loquísimo y muy interesante. Hicimos grupo y pasamos los días con ellos, los temas de conversación fueron bastante entretenidos. 

Fuimos a la biblioteca también, nos dijeron que aquí podíamos experimentar un intercambio con los locales y que era de lo más bonito que podíamos hacer ahí. Todo el propósito del lugar es que la gente local pueda interactuar con los turistas y así aprender otros idiomas. Nos sentamos a hablar con un par de monjes de 18 y 20 años que comenzaron la conversación con chistes de doble sentido y al final uno termino diciéndome "I love you" todo ligador. 



Me pasó algo muy vacilón aquí. Desde Filipinas nos vienen pasando cosas que pueden ser coincidencias o talvez andamos de adivinas, porque todo lo que hemos venido hablando se ha ido cumpliendo. Iba caminando con Andrea en la mañana y le dije que me hacía mucha falta ver una cara conocida, desde que estoy en Asia no me topo a un tico por casualidad en la calle (obviamente) y que quería ver a alguien. De camino a almorzar veo un mae venir en mi dirección y comencé a pensar que yo lo conocía, él se me quedó viendo igual y Andrea se nos quedó viendo a los dos dándose cuenta que algo estaba pasando. Cuando lo tuve de frente solo escuché "no puede ser". Era un amigo mío y de mi hermana, que no veía hace años y que en Costa Rica vive a 25 metros de mi casa. El mundo es demasiado pequeño, Costa Rica más. 

Y bueno, tengo que contarles de un día muy especial. Nos llevaron a un lugar en la jungla donde tienen 10 elefantes rescatados de la frontera con Tailandia, los habían maltratado, usándolos para trabajo pesado. El lugar es abierto y los elefantes andan sueltos por ahí. A veces se van a robar bananos y los tienen que traer de vuelta. Cada elefante tiene un mahout, una persona encargada de darle de comer y es el único encargado que lo puede montar. Dicen que a veces el mahout escoge al elefante y a veces el elefante al mahout, tienen un bond muy fuerte, son amigos. Fuimos a pasear un par de horas montadas en uno, les ponen una silla pero a medio camino preferimos no usarla. 


Se ve mi contentera?


Después nos cambiaron de elefante y nos llevaron al río a bañarlos. Me tocó una malcriada que no quería moverse, comenzó a hacer el sonido que hacen (que no sé como se llama) y me asustó! Hace eco en la jungla. Comenzó a levantar la trompa y a mover la cabeza y las orejas un montón y pensé que facil me podía botar, porque yo estaba montada en el cuello y todo se mueve. Pero bueno, lograron tranquilizarla y nos metimos al río, nosotras entramos de primeras. Creo que ha sido de las cosas más lindas que he hecho hasta ahora. Comenzó a jugar con el agua y a mojarme con la trompa haciéndo ruidos y de repente se consumió por completo y quedé yo consumida con ella, literalmente nadamos. 

A Andrea no le fue tan bien. Su elefante se paró en la orilla y dijo "hasta aquí llego". El mahout se bajó e hizo lo imposible para que se metiera, fue muy vacilón. Lo empujaba, le gritaba, le jalaba las orejas, daba vueltas alrededor de ellos, se metía él al agua y le hacía señas y no hubo manera que se moviera, hasta el final, que decidió meterse un ratito y volver a salir. Hubo un momento que tuve que parar y hacer conciencia de adonde estaba y que estaba haciendo, era como surreal. 




Fue un día increíble. Aquí hay muchos de esos. 

Es muy difícil superar una experiencia así, así que la visita a Vientianne, la capital de Laos, no fue tan impactante. Nos gustó mucho eso sí. Las calles abajo del nombre en Lao están en francés y tienen un monumento que asemeja al Arco del Triunfo en la avenida más grande la ciudad, que ve en dirección a la Casa Presidencial y hacia otras avenidas importantes. Hay varios templos también, enormes, y muchos cafecitos franceses (cambié el arroz frito por pain au chocolat). La impresión que tenemos de este lugar es una mezcla entre budista asiático y un poco francés, muy diferente al resto de lo que hemos venido viendo. Es vacío, muy limpio, ordenado y lleno de pick ups en lugar de motos. 











Y no sé si es que ya estoy cansada de los lugares caóticos, porque llegan a cansar, pero la paz que siente en en este país me gustó mucho. 

domingo, 16 de junio de 2013

Cruzando fronteras

Nos despedimos de Vietnam con un viaje de 2 días a Ha Long Bay. El lugar es súper lindo, se parece un poco a Palawan en Filipinas, pero el agua es diferente y Ha Long Bay mucho más turístico.












Compartimos el barco con un grupo de estudiantes de medicina de Paris, un par de suizos, inglesas y una alemana. El guía nos hizo presentarnos, cosa que hizo que nos sintiéramos como en el primer día de clases, y esta ha sido de las pocas veces que alguien sabe que Costa Rica queda en Centroamérica y no en el Sur, o que no es una isla, o que no somos parte de Estados Unidos, y hasta que se siente como un alivio.

Ya me ha tocado que me pregunten cosas como “y en Costa Rica tienen como un idioma?” o que me vean con cara de signo de pregunta cuando les digo de donde soy, y Andrea está cansada que le respondan “Messi”. Así que ya estamos empezando a inventar o a decir que sí a lo que sea que inventen ellos, a veces me dicen Obama y nada más digo que sí, porque en serio ya hemos explicado tantas veces lo mismo, que nos da pereza, el discurso lo tenemos memorizado “Argentina is in the south, Costa Rica is in Central America. No, it's not the US, its south of there, in Central America, next to Panama, do you know Panama?” y generalmente la respuesta es no... Caso perdido.

Pero de vuelta al paseo, pudimos andar en kayak un rato y los chicos saltar del barco al mar (como 3 pisos de alto, yo no lo hice por miedosa), y pasamos una noche bonita tomando y hablando de viajes y lugares que hemos visto, en el deck con el cielo completamente despejado, nos tocaron hasta estrellas fugaces (suena muy cliché yo sé).





Se ve el miedo?



Después de eso lo que nos tocó fue creo que el peor viaje en bus de la vida, de Hanoi a Luan Prabang, en Laos. Toma más o menos un día, pero salía muchísimo mejor viajar por tierra, y todos los días hay buses llenos de backpackers que lo hacen, además de que habíamos conseguido la visa de Laos antes de salir de Hanoi. Todo perfecto.

La cosa es que pasaron por nosotras a las cinco, el vietnamita comenzó a contar gente y de lo que entendimos, le faltaba alguien. Una hora después de estar contando a la misma gente y que no le apareciera el que le faltaba, se fue a traer a la muchacha que nos vendió los tiquetes. Al parecer nos había apuntado doble a nosotras y toda esa hora desperdiciada él nos estaba buscando, porque apenas ella nos vió, solo nos saludó toda contenta y nos pudimos ir.

El bus (con camas) iba casi vacío, solo con extranjeros, y nos advirtieron que ahorita montaban más gente. La cosa es que cuando me desperté, habían apagado el aire, estaba haciendo mucho calor. Estaban montando como a 25 señores vietnamitas que olían súper feo, hicieron un escándalo y eran bastante cochinos. De repente amontonaron un montón de valijas a la par mía, y detrás vino un chiquito como de 3 o 4 años corriendo, se subió en las valijas y quedó exactamente al nivel de mi cama. Comenzó a llorar y la mamá vino detrás corriendo con una bolsa de plástico... El chiquito se vomitó todo.

Amanecimos en la frontera con Laos, a las siete de la mañana. Mientras esperamos fuimos al baño del lado de Laos, los policías nos dejaron pasar así sin nada y luego devolvernos al lado de Vietnam para después volver a cruzar la frontera.


El sombrero que nos acompaña desde hace días




Buenos días
Nuestro mejor intento. Cara de destrozadas.

Duramos como 4 horas ahí, porque unas chicas se fueron sin plata para la visa confiando que había un ATM. Estábamos en el medio de la nada. El chofer les prestó y cuando estábamos a punto de irnos, el bus se descompuso. Ya ahí comenzó mi desesperación. Nos cambiaron de bus y alguna gente no encontró sus cosas, por suerte todo lo nuestro estaba ahí.



Ciao Vietnam.

Como a las dos de la tarde nos pararon a comer por primera vez, en un lugar que nos estafó, nos cobraron como 5 dólares por un plato gigante de arroz (era lo único en el menú). Después de ahí seguimos horas hasta que se hizo de noche y comenzamos a dejar gente en el camino. Por lo menos la vista que tuvimos fue linda, en medio del bosque, solo verde.

Ya en la noche estábamos vueltas locas, llevábamos más de 24 horas, íbamos incómodas, el aire no funcionaba bien y alguien más volvió a vomitar, esta vez una mujer adelante que parecía que se iba a morir. Por un momento me di cuenta que tan lejos estaba de mi casa en Costa Rica, y por primera vez en meses, quise estar ahí. Pero bueno, anunciaron Luan Prabang y fue increíble.


Así que 28 horas después, aquí estamos, en Laos, contentas y recuperadas. Hice cuentas y eso es lo que va a durar mi vuelo de Manila a San José. Nunca más vuelvo a hacer eso.  

jueves, 13 de junio de 2013

Hoi An y Hanoi

Después de 16 horas en bus nocturno hacia el norte (bus con camas, nos fue bastante bien), llegamos a nuestra tercera parada. Pero antes de comenzar con esto, quiero hacer un comentario sobre la forma de manejar en este país. En palabras muy sencillas de Andrea, “manejan para el orto”. Van a mil por hora y parece que los semáforos son solo una sugerencia, y las líneas en la calle que dividen las vías también. Con solo pitar, se dan el derecho de ir contravía hasta que tienen al otro camión de frente, y si pitan tres veces, los carros que vienen contra uno se quitan, no se como, pero no chocan.



Ahora si, Hoi An. Es una ciudad costera también, pequeña, llena de callecitas, muchos colores, árboles, flores y lamparitas. De noche se ve increíble. Y es famosa por las compras que se pueden hacer ahí, nos la habían súper recomendado. Hay millones de tiendas donde hacen todo a mano, desde carteras de cuero, zapatos, hasta trajes enteros de sastre. Todo lo pueden hacer a la medida y rapidísimo, de un día para el otro lo tienen listo. Nosotras nos volvimos locas al principio, pero porque estamos viajando con backpacks, nos tuvimos que contener, no tenemos campo.





Muchos, muchos zapatos




Aquí tuvimos un encuentro con una rata voladora que no se nos va a olvidar. Fuimos a comernos una pizza, básicamente tomate y queso, porque ya mucha gente nos había advertido que aquí se comen más de un millón de perros al año y de ahí todo para abajo.  Estábamos tratando de ir a lo seguro. Después de haber pedido la pizza, vimos una rata salir del jardín y entrar a una esquina del restaurante. Tratamos de cancelar la orden, pero como la mesera no hablaba nada nada de inglés, solo la trajo más rápido. Bueno, ya la pizza estaba ahí y medio que nos hicimos las locas con eso, no usamos ni platos ni cubiertos, comenzamos a comer. 

Al rato veo que entra otra rata, gigante, que escaló una silla y se subió a una mesa del otro lado, como si nada! El restaurante con luces prendidas y gente adentro! Y después voló al piso, en serio, fue un brinco gigante.Ya para este momento no estábamos comiendo obviamente, y yo estaba subida en la silla gritando en español... No me dio ni pena. Los meseros solo me tiraron el “sorry sorry” que usan, y sacaron un montón de abanicos, como si eso ayudara. Salimos corriendo de ahí.

Pero bueno, esto es cosa de todos los días aquí, en Boracay en Filipinas nos tocó esperar frente al aeropuerto en un restaurante infestado de ratas del tamaño de un gato (ahí no compramos absolutamente nada).

Aparte de eso, fueron un par de días bonitos, aprovechamos para ir a la playa (nada extraordinario) y para andar en bicicleta, aunque renuncié muy rápido a esto porque estabamos a 40 grados, literalmente. Estar al sol era una estupidez. Andrea chocó una moto con la bici por cierto y ahora anda con toda la rodilla golpeada. Ahí cambiamos las bicis por las motos, manejada por vietnamitas obviamente, creo que somos peligro al volante.



Preferimos ir a la playa de los locales, 
en Asia se meten al agua con ropa.




Vista nocturna de la ciudad








Volvimos a montarnos en el bus nocturno, otras 15 o 16 horas (Vietnam es como del largo de Centro América para que se den una idea), y llegamos a Hanoi, en el norte.

Nos estamos quedando en el Old Quarter, es una zona bonita, que todavía tiene el diseño del Hanoi viejo, de hace más de 100 años. Se nota que es la capital, hay mucho más movimiento, las calles son una locura, hay mucha gente vendiendo paquetes turísticos, aunque nos ha tocado gente más amigable que en las otras ciudades, las aceras no se usan para caminar sino que o son parqueo de motos o una extensión de las tiendas, hay muchos olores, tiene lagos y zonas verdes, hay mucha vida nocturna y se ven muchos turistas europeos, el francés se escucha mucho en la calle, los vietnamitas lo hablan (en un momento hace ni tanto Vietnam fue francés). Es la primera ciudad desde que salí de mi casa en Costa Rica que veo gente haciendo ejercicio.




Llegando al hostel




4 en 1 (nosotras hemos hecho 3 en 1)








Aquí turisteamos un par de días, vimos edificios y templos importantes y caminamos un montón. Nos topamos con unos amigos de Andrea también, que conoció en Camboya (mucha gente hace el mismo recorrido de Tailandia, Vietnam, Laos y Camboya), y fuimos a probar comida local. Nos sentaron en mesitas miniaturas que están en todo lado en las calles y nos hicieron un BBQ de carne y vegetales buenísimo (espero que haya sido vaca).



Templo de la literatura





Cena callejera



Ahí pude averiguar como funciona la cuestión con el perro porque parte de los chicos ya lo probaron. Al parecer, solo lo comen en restaurantes específicos, ponen la cabeza o la cola del perro en la ventana para que se pueda identificar, así como ponen los pedazos de las vacas en las ventanas de las carnicerías. Y lo comen para la buena suerte, especialmente el día del cumpleaños. Y es un irrespeto, si algún vietnamita lo invita a comer perro, decir que no. Ellos esperan a que uno se lo coma frente a ellos. Así que bueno, ya estoy más tranquila con que no me lo van a dar diciéndome que es pollo... y en el menú lo puedo encontrar como “cho”, para nunca pedirlo.  

viernes, 7 de junio de 2013

Mochileando: Vietnam de sur a norte

El primero de junio comenzó con un vuelo a Ho Chi Minh (también se le dice Saigon), una ciudad en el sur de Vietnam, para toparme con Andrea y así comenzar este viaje.

A esta argentina la conocí mi primera semana en Jakarta. Ella también estaba con Aiesec, trabajando en una compañía primero en Malasia y después en Indonesia. Ese día hablamos un poco de nuestros planes de viajes y por pura coincidencia teníamos la misma idea para las mismas fechas. Encontré a mi compañera para esta aventura. Después fuimos a Bali y comprobé que estamos igual de locas, así que iba a funcionar perfecto.

El sábado llegué al hostel un poco tarde, en la madrugada, después de pelearme con el taxista porque me quería estafar (y ya no caigo). El día siguiente sirvió para planear todo el recorrido y ver un poco la ciudad.

Primeras impresiones: Vietnam es el país de las vespas. Hay miles, pero no es tan impactante como Jakarta, sigue ganandose el premio con la cantidad. Lo curioso de aquí es todas son vespas y ya prometimos que no nos vamos a ir sin manejar una.

Ho Chi Minh es lindo, tiene parques y tiene verdes, cosa que ya me había desacostumbrado a ver. Lo interesante de este lugar es que tiene mucha historia de guerra, se escucha hablar mucho de ella todavía y las consecuencias fisicas y emocionales se ven en la gente, es muy reciente.

Hicimos un tour para ver los tuneles de Cu Chi, como a una hora de Saigon. Los vietnamitas son bien inteligentes. Durante la guerra construyeron todo un sistema bajo tierra conectado por tuneles para esconderse ahí de bombardeos y salvar a su gente, con salidas de aire, agua y hasta cocinas que no tiraban humo para no ser descubiertos. Es como ver ese juego para niños donde uno metía hormigas entre dos plásticos y se podía ver los tuneles, así.



Nosotras de hecho caminamos por los tuneles, es muy impresionante sentir que uno está donde hubo historia, donde volaron muchas cosas en realidad... Yo no pude estar más de dos minutos adentro, cada vez ibamos más para abajo, con menos espacio (uno va casi de cuatro patas), con menos luz, el aire cada vez más denso y más caliente y sin vuelta atrás, porque viene gente y no hay campo para dar vuelta. Fui feliz cuando salí.



De camino el guía nos contó su historia, bastante triste. El no quería pelear y estaba obligado a convertirse en soldado, entonces se hizo traductor oficial y más bien terminó trabajando para la CIA. Dice también que se acuerda que estando más pequeño, su papá hizo tuneles en el jardín de su casa y se acuerda cuando militares entraron a su pueblo, de tener mucho miedo. Dice que perdió a muchos amigos y gente que quería, y que pasaron hambres. Y que nadie nunca volvió a ser el mismo después.

Fuimos al museo de la guerra también, bastante antigringo, por supuesto. Tenían varios pisos de exposiciones de fotos muy gráficas con todas las torturas que sufrieron los vietnamitas, muertos, y después habían fotos de todas las consecuencias físicas en las personas de las bombas, bebes y niños con malformaciones terribles. Yo no pude terminar de verla, me tuve que salir. Tenían también un tributo a todos los fotoperiodistas que murieron cubriendo la guerra.



La original

Fuimos también al Cao Dai Temple. Cuando llegamos no entendíamos muy bien de que religión era, porque no seguía ningún diseño específico, muy raro. Adentro estaba pintada con nubes y tenía columnas rosadas con dragones. Después investigamos y esta nueva religión es basicamente una mezcla de todas las religiones, desde cristianismo e islam hasta hinduismo.







Ven que raro...



En el hostel conocimos a los chicos con quienes compartimos el cuarto, unos ingleses que simplemente renunciaron a su trabajo y dejaron todo para viajar 6 meses por Asia. Cada vez es más comun toparme con gente así, viajera. Hemos visto que aquí hay mucho turista inglés y francés, a diferencia de Indonesia por ejemplo, que esta lleno de Australianos.

Volviendo a los chicos, nuestro último día ahí nos fuimos a un bar con ellos (Ho Chi Minh es famoso por su vida nocturna, hay muchos muchos barcitos) y terminamos a las 4 de la mañana discutiendo el conflicto entre Argentina e Inglaterra por las Malvinas. A mi me hizo gracia, ellos peleando en serio y yo sin decir nada, mi único comentario, porque no podía ponerme del lado de ninguno, fue que Costa Rica no pelea con nadie, que ni tenemos ejercito.



Novias


De ahí tomamos un bus y nos fuimos para un pueblito costero, Mui Ne. Esa fue nuestra segunda parada. En realidad solo estuvimos un día, paramos para ver unas dunas enormes. Son famosas porque estamos en clima tropical y es muy raro este tipo de paisaje aquí.



Mar Chino





Fuimos a ver el amanecer a las dunas y a la vuelta nos quedamos dormidas más de lo que debíamos en el hotel. No alcazamos a comprar los tiquetes del bus y solo hay uno diario, asi que nos tuvimos que quedar una noche más. Ya vamos con un día de atraso en nuestro calendario, pero no importa, estamos paseando...  



Andrea