Bueno, mi primera parada después de decirle
adiós a Indonesia fue Filipinas. Vine a visitar a Jessica, y puedo decir que
estas dos semanas acabaron conmigo, me dejaron exhausta. Aprendí a tomar café
por necesidad. Fueron dos semanas de no parar, de buses, aviones, playas, montañas,
fiestas, de no dormir, de planear todo y hacer todas las vueltas para lo que
viene en junio.
Este es el país de los mensajes de texto, de
las fiestas, del karaoke y de comer todo el día como entretenimiento. El lema
de “It’s more fun in the Philippines” los describe perfecto, es mas o menos lo
mismo que el pura vida con los ticos. Son muy especiales, están dispuestos a
ayudar en lo que sea y siempre siempre están contentos. Hasta tienen una línea
aérea que hace juegos durante el vuelo y los adultos participan como si fueran
niños.
Los Filipinos hablan Tagalog e inglés. Eso me
puso muy contenta cuando llegué. Y de vez en cuando salen palabras en español,
porque como fueron colonizados por los españoles, algunas palabras se quedaron.
Dicen las direcciones, días de la semana y la hora en español. Y no se si será
una cosa de que fueron colonia española también, pero se parece un poco a
Latinoamérica, son igual de desordenados y cualquier proceso o trámite es
complicado. También les quedó la religión. Son muy conservadores y muy
católicos, hay iglesias en todo lado y hay misas hasta en los malls.
Y me parece que es medio contradictorio con
la cultura conservadora, pero hay ladyboys en todo lado. Son básicamente
travestis (es común en Asia) pero me hace mucha gracia que no es que se
ven de noche con el tema de la prostitución, lo cual existe, pero es que aquí
simplemente son hombres haciendo su vida normal diurna en trabajos normales
solo que maquillados y vestidos de mujeres. Por ejemplo, a mi uno me vendió una
maleta en una tienda en un mall. Primera vez que me toca negociar con un
travesti, que también se llama Jessica. Al principio pensé que nada más era una mujer
demasiado fea. Fue Jessica (mi amiga no el ladyboy) la que me dijo “miralo
bien”.
Manila es muy parecido a Jakarta, es una
ciudad enorme, hay mucha pobreza (no hay clase media), hace mucho calor y las
presas son fatales pero con menos motos. Jessica vive en Makati, es la zona
bonita de Manila. Hay edificios altísimos, están todas las oficinas de las
multinacionales, muchos hoteles, muchos restaurantes internacionales y hasta
hay zonas verdes, muy limpio, a diferencia del resto. Todos los extranjeros
viven aquí…
Y hay que salir de Manila para ver lo
bonito, igual que en Indonesia. Estuvimos en dos playas diferentes, Boracay y
Coron.
Boracay quedó el año pasado como la mejor isla del mundo según Travel +
Leisure. Creo que la playa es increíble, pero se ha vuelto tan turística que el
pueblito no se ve tan limpio. La sensación que me dio es como de tumulto, muy
lleno de gente, tienditas, cables de electricidad, de tricycles (motos con un
asiento a la par que funcionan de taxis) y gente ofreciendo paquetes
turísticos. La fiesta no para, es parecido a Bali.
Coron. Bueno, creo que es de los lugares más
chuzos en los que he estado. Nos sentíamos como en una foto de publicidad, photoshopeada.
Son unas islas hechas de piedra caliza y lo que se forma entre ellas son unos
“lagos”, o por lo menos así les dicen… Es fácil de los lugares más románticos
que he visto también, de hecho es un destino turístico para lunas de miel.
Nosotras lo que hicimos fue un tour de island hopping para snorkelear, pero eso
se acabó cuando encontramos un montón de jellyfish, todos de vuelta al barco.
Compañeras de viaje
Tuvimos 2 días lindísimos de sol y el último
día llovió como si se fuera a caer el cielo. La época de tifones aparentemente
está comenzando…
Fuimos al norte de Filipinas también, tomamos
un bus nocturno que duró 10 horas hasta llegar a Banaue. Es un pueblito que
tiene las terrazas de arroz más grandes del mundo, tienen alrededor de 2000
años y la vista es impresionante.
De Banaue (sin haber dormido) agarramos un jeepney, un camioncito
que usan en todo el país como transporte público, como 45 minutos en calles de
tierra en la montaña y nos dejaron en un punto donde ya los carros no pueden
pasar. De ahí bajamos 412 gradas (literalmente) y caminamos como 1 hora en la
montaña hasta llegar a Batad. Es
otro pueblito, con muy poca gente, donde también cultivan arroz y tiene de las
mejores vistas de terrazas en el mundo.
Batad
Es tan tradicional que solo tiene
electricidad varias horas al día, traen el agua de Banaue, y todavía duermen en
chozas con fogatas. Nos quedamos en un home stay, el dueño se llama Ramón y es
súper famoso. Todo el mundo en Banaue y en Batad lo conoce (creo que es el único
lugar de hospedaje en Batad) y tiene a todos los sobrinos manejando el lugar,
son como mil.
La cajera de la única tiendita, 7 años.
En la puerta de la casa
Ese fin de semana caminamos tanto entre las
terrazas y en la montaña que estuvimos inmóviles como 3 días enteros después,
del dolor de piernas. Estuvo lloviendo un poco y habían muchas, pero muchas,
graditas de piedra resbalozas. El regreso al final estuvo duro. Preferimos
caminar 3km más cuesta arriba que subir las 412 gradas.
Me llevo una muy buena impresión de este
país, creo que me faltaron como otras 2 semanas para poder ver lo más
importante, pero voy a mil por hora y creo que por donde sea que pase voy a
querer más tiempo.
Ahora sigue Vietnam….
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