miércoles, 10 de julio de 2013

Última parada: Nepal


Si algo he aprendido aquí es que los planes pueden cambiar y que hay que estar abierto a la posibilidad que algo salga, muy espontáneamente. El itinerario inicial decía que volaba a San José después de Angkor Wat, pero no todos los días me invitan a Nepal...

Así que me despedí de Jess, de nuevo, y volé a Kathmandu, para toparme con George. Esa es la gracia de ser viajero, conocer gente que comparte los mismos intereses y poder toparnos en lugares nuevos. Primero en Indonesia y ahora por aquí.

Me habían advertido de Kathmandu, que era caótico, sucio, muy parecido a ciudades en India, que saliera de ahí lo más rápido que pudiera. Cuando llegué, a las diez de la noche, la ciudad estaba sin luz, primero porque no todas las calles tienen alambrado público, y después porque Nepal entero tiene apagones de varias horas al día todos los días porque no dan abasto con la electricidad. El sonido de generadores se escucha en todo lado.

Las calles no son de asfalto, son de tierra e imparejas, y como estamos en época lluviosa (cuando llueve, llueve en serio), las calles son básicamente un barreal. El taxista se metió por calles donde el carrito apenas cabía y de repente paró y me dijo “Ms! Flat tire!” y se bajó a cambiar una llanta. Yo me reí, si esto me hubiera pasado llegando de Costa Rica, me hubiera muerto, pero el shock cultural lo recibí hace meses.

Y si, Kathmandu es todo lo que me dijeron que es, pero me encantó. Hay vacas en medio de la calle, las mujeres se visten con saris, se pintan el punto en la frente con los polvos de colores, hay templos y banderitas de deseos por todo lado, la comida es hindú y hay mucha influencia del Tíbet, y todos saludan con “namasté”.





Pagodas 


Además de turistear, fuimos a cenar un día con Daniel, un fotógrafo amigo de la u de George, nepalí. Nos llevó a su casa, en las afueras de la ciudad, y me llevé una sorpresa lindísima. Su familia tiene un hogar para niños huérfanos o abandonados y su historia es increíble. 

Su abuela trabajó como misionera en Calcuta, amiga de la Madre Teresa, y terminó en Nepal después de que se abrieron las fronteras para extranjeros. Básicamente ellos introdujeron el catolicismo al país, de una manera muy respetable, tanto así que su abuela fue la primera persona católica en el país en ser honrada con un funeral hindú al que asistieron miles de personas.

Hablando de religiones le comenté a Daniel que yo me sentía dichosa de haber estado una vez en una charla con el Dalai Lama y él muy naturalmente me respondió que lo conocen personalmente, a la Madre Teresa también la conoció…. Yo sin palabras.

Pero bueno, volviendo al hogar, el lugar es lindísimo. Acaban de pintar los cuartos con colores locos, escogidos y pintados por los chicos, tienen una huerta donde cada uno está encargado de un pedacito y tienen varios perros que andan sueltos jugando por ahí.

Me tocó sentarme a cenar con las chicas, y los hombres con los hombres. Los más pequeños son solo abrazos con Daniel. Las mayores me estuvieron contando que están estudiando en el colegio y estuvimos hablando de posibles carreras de la u. Hay una que quiere ser aeromoza para ver el mundo, pero dice que va a estudiar francés y español primero porque así con 3 idiomas además del Nepalí, es más fácil (me estaba hablando en perfecto inglés).

Terminamos la noche hablando un ratito con sus papás, escuchando historias, creo que yo simplemente estaba impresionada con la dedicación de esta familia a causas como estas, haciéndolo con el amor que se ve que le tienen.

Les dejo el link de la fundación por si se quieren meter a ver... Mendies Haven.

Después de esto cambiamos de modo. Nos equipamos con cosas impermeables y nos fuimos a Pokhara, una ciudad al pie de Los Himalayas, para comenzar un trek de 7 días por la zona de Annapurna, uno de los picos de más de 8 mil metros que tiene Nepal, con un guía local al cual le tengo mucho cariño.







Les presento a Dorje, un sherpa que ha subido 9 veces al Everest y otro montón de picos como si nada, con 40 kilos en la espalda y de fiesta, repartiendo shots de arak a todos los que suben con él.



Los sherpas, para los que no saben (yo tampoco sabía muy bien) es una etnia nepalí, hay muchas. El arak es un guaro artesanal hecho de arroz, que tenían también en Indonesia, y calculamos con lo que nos dijeron que tiene como 30% de alcohol.

Puedo decir que esos 7 días fueron los 7 días más desafiantes físicamente de todo mi viaje (porque he estado de vaga y comiendo puro arroz, yo se). Caminamos cinco de esos días por media montaña, hicimos como 80 km en total y lo más alto que subimos fue a 3400 m.

El segundo día fue el más largo, subimos mil metros, fueron siete horas de subir solo gradas, al final yo ya no sentía mis piernas, pero el cuarto fue mentalmente agotador. Estábamos caminando siguiendo el cauce de un río y nos cayó un aguacero enorme encima toda la tarde, fue terrible. Llegó un punto donde ya no había manera de evitar los charcos porque ya no eran charcos, era una río, así que todos los pies estaban sumergidos y llevábamos sombrilla que no servía de nada porque yo parecía salida de una piscina. Mis zapatos estaban llenos de sangre por las sanguijuelas en mis pies y la última subida de gradas se complicó cuando un pedacito del río se desvió en nuestro camino y estábamos básicamente subiendo el río. Paramos debajo de una piedra gigante a escurrir las cosas y a que el mae que me llevaba el bulto me ayudara con las sanguijuelas. Son de esas situaciones que uno no sabe si llorar o reírse.



Clima...

Cuando llegamos al siguiente pueblito fue el mejor momento del día. Pusimos todo a secar y nos sentamos horas en frente de la calefacción (obvio la temperatura baja bastante en la noche), los hombres a tomar arak y yo chocolate caliente con guaro, muy merecido.

Creemos que la meta de Dorje era emborracharnos y emborracharse él con nosotros, muy contento, hubo un día que le sirvió 9 tazas de arak a George. Al día siguiente el mae no funcionaba, obviamente, más porque ya estábamos sintiendo la altura y caminamos 6 horas así. De hecho ese fue el día que estábamos a 3400. Y Dorje como si nada, ese hombre es como de mentiras, ni una gota de sudor.

La única crítica que tengo es el clima, estuvo muy nublado todo el tiempo, pero bueno, ya sabíamos a lo que íbamos antes de comenzar, por la época del año. Así que no nos tocaron vistas espectaculares, pero habían días que a las seis de la mañana se despejaba un poquito y corríamos a ver un par de picos nevados y volvían a taparse en cuestión de minutos.



No hay fotos, pero lo que cuenta es que los vimos. Igualmente, el paisaje en la montaña valió la pena, muchos ríos, cataratas, y los pueblitos lindos, llenos de gallinas y burros con campanas que suenan cuando suben y bajan gradas. Y las personas lindísima gente, las mujeres muy fuertes y chiquitos pequeñitos corriendo por todo lado, pidiéndonos chocolates.

A la vuelta fuimos a cenar a la casa de Dorje, con su familia, también muy linda. Su esposa tenía las manos pintadas con henna y creo que le gusté porque me pidió un abrazo y una foto. Nos tenían regalos, unas mantas budistas de buena suerte, otro alcohol artesanal y una botella de vodka (yo había puesto la escusa de que no tomaba arak porque prefería el vodka) que nos sirvió a punta de shots durante la cena.

Nos enseñó un montón de fotos de expediciones que ha hecho, videos de él en la cima del Everest con europeos que lloran cuando llegan arriba, y nos contó de su colección de piedritas, se lleva una cada vez que sube. Ha subido por varias caras, del lado de China es más barato porque el gobierno no permite helicópteros de rescate. Tiene fotos de cadáveres en la zona de muerte, gente que trata de subir sin oxígeno o que se arriesga a ir sola. Y nos contó de sus planes para el futuro, en noviembre sube otro pico de 6 mil metros y el próximo año otra vez a la cima del Everest, pero dice que va a ser la última vez porque ya está muy viejo. Después de eso solo va a subir a instalar los campamentos.

Mi último día en Kathmandu fuimos a ver funerales, cremaciones hindúes en el templo de Pashupatinath. Creo que fue una excelente manera de cerrar mi viaje, fue la experiencia más fuerte que viví de todos estos meses.

El crematorio está a la orilla del río Bagmati, tienen un montón de plataformas pequeñas una a la par de la otra donde exponen a los muertos y dependiendo del nivel socioeconómico de la familia, así decoran el espacio. La familia llora al muerto y luego lo llevan al río, a lavarle los pies. Lo colocan después en la plataforma, lo envuelven en mantas blancas, rojas y anaranjadas y le ponen collares de flores. Le ponen un pedacito de madera prendido en la boca y así lo queman. Las cenizas después las tiran al río, donde al mismo tiempo hay un montón de chiquitos nadando, buscando monedas. El contraste es enorme, entre la muerte y el duelo y los chicos felices a culo pelado jugando ahí mismo.











(métanse aquí si quieren ver más fotos).

Esto pasa todos los días, y es un lugar público que siempre está lleno de locales y turistas que van a presenciar eso. Es una escena impactante. Yo nunca había visto un muerto, y nunca había visto a alguien quemarse. El dolor de la familia también es bastante chocante. Pero me siento dichosa de poder haberlo visto, es una experiencia de casi que una vez en la vida.




Creo que no termino de describir como me siento con respecto a este país, me dejó impactada en el buen sentido. Quiero volver.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario